Comer compulsivamente sigue los mismos patrones que una adicción

¿Adicción a la comida? Esta es una pregunta incómoda para muchos profesionales de la salud. La principal equivocación es creer que esta “adicción a la comida” tiene una causa única.


Ahora nos estamos dando cuenta de que en realidad tiene el mismo conjunto de causas que hacen que las enfermedades crónicas relacionadas con la mala alimentación se estén convirtiendo en epidemia: diabetes, obesidad, sobrepeso, hipertensión arterial, colesterol alto, problemas de artrosis causados por el exceso de peso.


Sería sencillo para todo el mundo si existiera esa pastilla milagrosa que tanto anhela Eduardo, pero la solución no es tan simple. Según el Ministerio de Salud de la Argentina, más del 52% de la población adulta padece obesidad y sobrepeso. Es una cifra récord para el país. La cantidad de niños gordos que tenemos en Argentina es inédita. Los alimentos procesados ricos en carbohidratos simples son la causa principal de estas estadísticas, y actualmente los científicos están comenzando a revelar la naturaleza adictiva de este tipo de alimentos.


El azúcar y los alimentos procesados son un componente importante en el circuito de adicción a la comida, que implican la participación de dos neurotrasmisores: la dopamina y la serotonina.Dopamina, comida y el mismo circuito de la adicción a las drogas


Una pieza clave en todas las formas de adicción es el neurotransmisor dopamina. El trabajo preliminar de estas revelaciones fue preparado por la Dra. Nora Volkow, psiquiatra y actual directora del National Institute on Drug Abuse (NIDA) de EE.UU., con una manifiesta debilidad compulsiva por el chocolate. Su primer descubrimiento se valió de imágenes del cerebro de alta calidad con resonancias magnéticas y tomografías con emisión de positrones (TEP).


En su estudio, la Dra. Volkow se dio cuenta de que uno NO sentirá placer o recompensa a menos que la dopamina se una con su receptor, llamado receptor D2. Los receptores D2 están localizados en todo el centro de recompensa del cerebro. Cuando la dopamina se une a este receptor, uno experimenta una explosión de placer.


¿Pero qué sucede si esa tarta exquisita está disponible todo el día, todos los días de nuestra vida? Ahí tenemos un problema. Las personas que tienen desajustes emocionales, en especial si sufren de estados de ansiedad o depresión, son mucho más vulnerables a desarrollar un comportamiento adictivo. Esto ocurre especialmente cuando una persona consume y está expuesta a lo que llamamos “alimentos superdeliciosos”, elaborados a base de azúcares sales, grasas y cereales refinados.



Cuando uno se permite demasiados de estos hiperestímulos en el circuito de recompensa (ya sea con cocaína, azúcar, harinas, alcohol o sexo) el cerebro percibe que está estimulado en exceso, y lo compensa reduciendo la intensidad del placer. Esto lo hace regulando (disminuyendo) la cantidad de receptores D2 disponibles. Pero esta estrategia para adaptarse genera otro problema, porque ahora uno NO siente tanto placer cuando toma su dosis, de lo que sea. Como resultado, desarrolla más tolerancia, y la adicción se hace más fuerte, por lo que tiene que consumir más para obtener el mismo efecto.


El Trastorno Alimentario por Atracones (TAA) es definido como un “Trastorno caracterizado por episodios recurrentes de consumo de grandes cantidades de alimento, en corto periodos de tiempo, usualmente de manera aislada e incluso en ausencia de hambre. Este patrón de alimentación se acompañaría de una sensación de pérdida de control sobre la ingesta durante el episodio y persistiría a pesar del disconfort físico que produce, estando asociado con altos niveles de estrés y sentimientos de culpa y desagrado.


Recientes estudios sugieren una prevalencia de TAA en la población general de 6,6%. Otro estudio hablaría que el TAA sería el más común de los Trastornos de la conducta alimentaria, con una prevalencia de vida del 2 al 3 % en la población general.


Al existir en el TAA una sensación de pérdida de control y un consumo compulsivo de grandes cantidades de alimento en forma recurrente, ¿se podría considerar esta como una especie de“conducta adictiva a la comida”?


Un robusto consenso entre los distintos investigadores del tema, plantean que la obesidad debe ser entendida con el mismo esquema neurobiológico que la adicciones a sustancias. Mucha gente que padece de TAA y Obesidad, se queja de sentirse compelidos a consumir alimentos ricos en azúcar de manera similar a lo que siente un alcohólico por beber.


La adicción podría entenderse, desde el punto de vista neurobiológico, como una enfermedad cerebral crónica, adquirida y con tendencia permanente a las recaídas. Existe una incrementada evidencia respeto a que los mismos sistemas de recompensa involucrados en perpetuar la adicción a drogas, están envueltos en la búsqueda del placer y consumo compulsivo de alimentos.


El Modelo de la adicción ha sido aplicado a la obesidad y sobrealimentación de varias maneras. Pero, ¿Qué significa que alguien puede volverse adicto a la comida? Dos ideas han sido discutidas al respecto.


La primera, es que ciertos alimentos (aquellos altos en grasas y azúcar) son parecidos a ciertas sustancias adictivas, toda vez que comprometen sistemas cerebrales y producen patrones conductuales comparables a aquellas generadas por drogas de abuso. La segunda, hace referencia a que existiría una estrecha relación entre la conducta alimentaria y la drogadicción.


La mayoría de las drogas de adicción actúan como anorexígenos y una disminución de la ingesta alimentaria mejora el placer producido por las drogas. Igualmente las enfermedades de la conducta alimentaria predisponen a una mayor probabilidad de adicciones a sustancias.


Más aun, los pacientes adictos, al entrar a etapas de abstinencia, consumen altas cantidades de azúcar para aliviar el estado de disforia. También se sabe que el consumo de comidas gustosas, especialmente dulces, actúa como analgésicos en modelos experimentales con animales, con quienes se ha desarrollado el modelo de adicción a la comida.


En este mismo sentido, quienes critican dicha teoría, lo hacen aduciendo que los resultados obtenidos en cerebros de ratas, no podrían extrapolarse a la población humana. Sin embargo, están apareciendo nuevos estudios realizados en humanos con imágenes cerebrales funcionales, que corroborarían los hallazgos encontrados en modelos con animales.


Finalmente, lo que este modelo plantea, esque el TAA seria un importante representante de la adicción a la comida de una subpoblación de gente obesa, la cual tendría una predisposición a generar adicción a la comida.


Frente al tratamiento de esta patología, lo fundamental es trabajar con un equipo multidisciplinario que integre tanto profesionales médicos (Psiquiatra, Nutrióloga) como especialistas no médicos (Psicólogos y Nutricionistas), con abordajes e intervenciones tanto individuales como familiares.


Dentro de estos, la evidencia apoya ampliamente la terapia cognitivo conductual, consistente en la modificación de distorsiones en torno a la imagen corporal y el empleo de estrategias conductuales que permitan modificar paulatinamente los patrones alimentarios de los pacientes que padecen un TAA.Esta terapia es la que ha demostrado mejores resultados en el tratamiento de esta patología, siempre considerando la necesidad de mantener un abordaje multisistémico del paciente.


El pronóstico del paciente con un TAA es esperanzador y positivo en la medida que existe la suficiente motivación al cambio y la disposición a generar los cambios necesarios en el estilo de vida. La premisa siempre será la de “no dejar de comer”, sino la de “comer mejor que antes”. CONTACTA con nosotros



  • Comer cantidades exageradas de comida

  • Sensación frecuente de falta de control sobre la cantidad de comida

  • Comer más rápido que lo normal

  • Comer a pesar de estar llenos y a disgusto

  • Comer grandes cantidades de comida, pese a no tener hambre

  • Comer solo por vergüenza de lo mucho que come

  • Tras el atracón, sentir tristeza, depresión o vergüenza

  • Cambios frecuentes de peso

  • Baja autoestima

  • Pérdida del deseo sexual

  • Realizar dietas frecuentes sin éxito

Fte: Dra. Pamela Sanhueza Ojeda